Sigo necesitándolo, siempre.
Pero está tan lejos, y tengo tanto miedo, y todo es un lío...
y además a nadie le gusta estar solo.
Me pregunto si valdré para ésto. No me respondo. Me olvido un rato de mí, y entonces me doy cuenta de que no tengo a nadie a quien dedicarle un pensamiento.
Ahí está, la palabra "nadie" de nuevo.
Sigo girando, rápido, más rápido, cada vez más y más rápido, hasta que todo lo que me rodea da paso a una mancha poco uniforme de colores difusos a mi alrededor. Veloz.
Giro, y giro y giro. Mis brazos extendidos no pueden tocar los colores.
Se borran y aparecen, igual que cada pensamiento y sentimiento. Igual que cada recuerdo mal calculado en ésta batidora del olvido.
Me estoy riendo. No puedo creer que realmente me esté riendo. Apenas puedo respirar, jadeo, cierro los ojos, y pienso en lo maravilloso que es poder reirse de ese modo, en ese instante en que nada tenía sentido.
"- Límpiate la sangre de la cara antes de salir. Te quitaremos los puntos en unos días, pide hora. "
Si bastara con pedir hora!
ResponderEliminarMe encantó el texto, como siempre. Soy un poco original pero la culpa es tuya: eres muy buena, otra cosa no te puedo decir.
Un beso.
No te reconozco, quien eres?
ResponderEliminarQue tristeza.
ResponderEliminarLa mayor lucha de un ser humano es aceptarse tal y como es y vivir según su personalidad hasta el fin de sus días.
ResponderEliminarTú eres buena persona, eres buena escritora. sigue adelante, aunque ahora mismo duela.
Confío en ti y en tu capacidad de supervivencia.
Un beso.