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miércoles, 11 de mayo de 2011


Sigo pensándolo, a veces.
Sigo necesitándolo, siempre.

Pero está tan lejos, y tengo tanto miedo, y todo es un lío...
y además a nadie le gusta estar solo.

Me pregunto si valdré para ésto. No me respondo. Me olvido un rato de mí, y entonces me doy cuenta de que no tengo a nadie a quien dedicarle un pensamiento.

Ahí está, la palabra "nadie" de nuevo.

Sigo girando, rápido, más rápido, cada vez más y más rápido, hasta que todo lo que me rodea da paso a una mancha poco uniforme de colores difusos a mi alrededor. Veloz.

Giro, y giro y giro. Mis brazos extendidos no pueden tocar los colores.
Se borran y aparecen, igual que cada pensamiento y sentimiento. Igual que cada recuerdo mal calculado en ésta batidora del olvido.

Me estoy riendo. No puedo creer que realmente me esté riendo. Apenas puedo respirar, jadeo, cierro los ojos, y pienso en lo maravilloso que es poder reirse de ese modo, en ese instante en que nada tenía sentido.

      "- Límpiate la sangre de la cara antes de salir. Te quitaremos los puntos en unos días, pide hora. "

4 comentarios:

  1. Si bastara con pedir hora!
    Me encantó el texto, como siempre. Soy un poco original pero la culpa es tuya: eres muy buena, otra cosa no te puedo decir.
    Un beso.

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  2. La mayor lucha de un ser humano es aceptarse tal y como es y vivir según su personalidad hasta el fin de sus días.
    Tú eres buena persona, eres buena escritora. sigue adelante, aunque ahora mismo duela.
    Confío en ti y en tu capacidad de supervivencia.
    Un beso.

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