Éso es lo único que tengo.
Un segundo de ventaja.
Luego caerá como una bomba corrosiva y arrasará con cada una de las voces dormidas.
Sólo un segundo con el que cuento sólo por pesimismo, por comprender en la primera caída que siempre sería así.
No me dejo existir. No me permito ser yo misma. Carezco de ese derecho, o puede que no sea más que un acto de defensa pero...¿queda algo en mí que defender?
Me calzo una vez más la melancolía en los pies, y me lleva a marchas forzadas por los caminos ya antes recorridos, sólo para comprobar que sigo cometiendo el mísmo error, y que la piedra nunca se apartó del camino.
Absolutamente Todo.