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miércoles, 15 de febrero de 2012

en espera

Ser consciente de no merecer recibir ningún tipo de sentimiento humano por no ser más que un proyecto fracasado de algo que no llega a ser persona en ninguno de los casos, no hace de la existencia algo más facil.
No merecer gratitud, ni lástima, ni amor, ni envidia.... sólo te hace merecedor de tí mismo, lo que en mi caso resulta ser una terrible y dolorosa tortura.

¿Existe peor castigo?
¿...mayor agonía?

Cada día transcurre más y más despacio.
No es que la vida sea corta, esque ellos VIVEN.
Pero no.

Es aquí, donde todo acaba antes de empezar.
Es ahora, cuando todo carece de sentido.
Lo fue siempre.
Quizá.

Despierto en la mañana y el primer pensamiento que me visita es la terrible decepción de que el mundo ahí afuera todavía sigue.

Paso las noches en vela, deseando que el silencio y la quietud que desborda la apagada ciudad se prolongue hasta el día siguiente.
O que no haya día siguiente.
Incluso a veces me sorprendo fantasendo con holocaustos zombies, pandemias, catastrofes mundiales que devasten la raza humana en su totalidad en cuestion de dias, horas, instantes.
Virus, comida infectada, agua sucia, infecciones cerebrales a escala interplanetaria.
Cosas que nadie pueda parar, sin vuelta atrás, detonantes y sin retorno, pero siempre con el mismo final: la desaparición del ser humano en el planeta que habita, para siempre.

Pero ese dia no llega, y yo sigo esperando, noche tras noche.
Si creyese en Dios, rezaría por el exterminio total e irreversible.
Como no creo, sigo esperando a que suceda por sí mismo.

No es que sea asesina, o psicópata, o psicosocial.... posiblemente padezca de trastorno de ansiedad social, pero todavía nadie ha podido demostrarlo.

No, el problema es que hay demasiada gente y demasiadas pocas personas.